El relativismo y su relación con la inacción

Acabo de estar en un par de eventos que disfruté mucho, uno fue un coloquio de complejidad y filosofía, y otro un cine debate al que voy cada jueves, y que esta vez trató del impacto ético y ecológico del consumo de carne. El denominador común, desde doctores hasta estudiantes de licenciatura en Filosofía fue un, probablemente inconsciente, relativismo.

Así como a lo largo del coloquio nos fue imposible encontrar la frontera, o el tipping point, de lo simple a lo complejo, no por escasez de esfuerzo, me parece que la comunidad filosófica de la que ahora soy parte en Guanajuato ha perdido completamente la línea entre la apertura y el relativismo.

Pero primero voy a diferenciar los conceptos de objetivismo de relativismo para tratar de ser muy claro. El objetivismo supone que es posible encontrar lo verdadero independientemente de la opinión de las personas, en ese sentido, lo que pretende el método científico, es hacer de la ciencia algo objetivo. El relativismo supone o que el que la verdad sea inalcanzable hace igualmente válida la opinión de cualquier persona o que no existe tal cosa como la verdad o un mejor camino, por lo que cada individuo (o cultura) debe vivir acorde a su propia «verdad».

No es la intención de este artículo abrir la discusión en ese punto sin antes explicar las implicaciones morales de ambas posturas. El objetivismo moral, entonces, asume que hay actos buenos y malos independientemente de la opinión del agente, mientras que el relativismo moral, que se divide en dos tipos, señala que lo que está bien o mal lo define cada individuo (relativismo moral individual) o cada cultura (relativismo moral cultural).

Para ejemplificarlo, utilizaré un extracto del debate en el que participé el jueves pasado. Se nos presentó una película que criticaba el consumo de los alimentos de origen animal. Cuando termina la película, la primer ronda de opiniones, va más o menos por la siguiente línea:
«es terrible lo que la industria ha provocado, antes en las granjas, la gente no era tan cruel con los animales cuando los mataba y vivían de manera sostenible con la naturaleza»
«no podemos dejar fuera las razones culturales por las que comemos carne, desde ir a los tacos hasta hacer una reunión con carne asada»
«el contexto consumista y la necesidad de reducir costos daña la integridad (sic) de los animales y hace un enorme daño ecológico»
«considero que si bien el consumo de carne es un problema, dejar de hacerlo nos llevaría a otros problemas, como los transgénicos»
«creo que el vegetarianismo ya se volvió una postura postmodernista, con esta ola new age, y ahora las empresas se aprovechan de eso para hacer más dinero»
«es más caro vivir como vegetariano, ¿qué pasa con la gente que no tiene los recursos?»
«tú puedes ser vegano ahora, pero, ¿y todo el tiempo que fuiste carnívoro?, ¿tus zapatos son de cuero?»
«ser omnívoro es una decisión personal que refleja mi relación individual con el entorno, así como todo lo demás que hago»

Intervine, genuinamente avergonzado, explicando primero que no encontraba una mayor incongruencia en mi vida que el no ser capaz todavía de volverme vegano. Expliqué que había dos hechos innegables: primero, que consumir carne era inmoral debido a que cada que lo hacíamos intercambiábamos el dolor de un ser por el placer propio; segundo, que los estudios más recientes responsabilizan a la industria de la ganadería como la segunda causa del calentamiento global. Y sí, lo dije, que esos dos puntos no son discutibles y  eliminaban el subjetivismo excesivo en el que estaba cayendo el debate.
Las reacciones fueron variadas, la que menos me preocupó fue aquella que me llamó exagerado, porque no llevó de la mano ninguna argumentación. La que más me preocupó fue de una persona que en el escaso tiempo que llevo de conocerla se ha ganado mi respeto no sólo por su inteligencia sino por su sensatez. Su discurso decía más o menos lo siguiente: «No podemos ser tan tajantes ni dogmáticos, es conocido en filosofía que la lógica propositiva no es la forma adecuada de llegar a conclusiones porque no garantiza la verdad de las premisas, no podemos ser tan matemáticos descalificando todas las opiniones, y por supuesto que todo es discutible».

Mi respuesta fue: «De acuerdo, todo es discutible, hoy se sigue discutiendo si el calentemiento global es causado por los humanos, es discutible si algunas mujeres de medio oriente deben ser lapidadas por haber visitado al ginecólogo, pero lo que debemos entender, es que vivir eternamente en la discusión sin tomar una postura firme nos lleva a la inacción colectiva, si no somos capaces de ponernos de acuerdo entre qué es lo correcto y lo incorrecto, no de manera dogmática sino como verdad temporal hasta que es desbancada por una nueva verdad, será imposible generar los programas, los proyectos, las políticas públicas para cambiar las cosas, si algo compartimos todos los que asistimos a este cinedebate es la percepción de que las cosas no están bien, que se requiere un cambio».

Ante esto, no hubo una respuesta relevante. Es decir, se habló de las maneras, del respeto, de la tolerancia. Pero en mi opinión, hay una enorme diferencia entre eso y el relativismo individual en el que estamos cayendo.

No quiero ser malinterpretado como que hoy el quehacer filosófico es sumamente relevante en la realidad humana. Tristemente no lo creo, pero mi razón de vida para estar acá es tratar de cambiarlo. Y es que lo que sí creo, es que el lugar conceptual que ocupa la filosofía en la estructura del conocimiento humano, la responsabiliza de encontrar cada vez mejores maneras de entender la realidad. Y de ninguna manera quiero decir que no sea una responsabilidad también de, por ejemplo, la física, pero es a la filosofía y a sus ramas a quienes les ha tocado históricamente hacer esta labor transdisciplinaria de darle a cada una de las áreas la orientación respecto a qué metalíneas (si se me permite la expresión) de investigación son no sólo interesantes, sino las más relevantes. Yo no tengo duda que estamos en una crisis, y en mi opinión es la más grande a la que se ha enfrentado la especie humana, lo cual hace urgente que la filosofía retome e instrumente esa responsabilidad.

Mi preocupación del relativismo durante el debate no fue tanta, hasta que ví durante el coloquio que el mismo patrón había alcanzado también a mucha gente con doctorado, de distintas partes del país. No es la importancia individualista que yo le dé a un título académico, sino la influencia muy diferente que el sistema permite a estas personas en comparación con la que permite a los estudiantes de una licenciatura. Salvo escasas excepciones, el conocimiento y la brillantez mostrada durante el coloquio son dignos de resaltar, pero el ser tan ceremoniosos, el despliegue de egos y la indudable necesidad de networking con la finalidad de obtener presupuestos para sus distintos proyectos, son en mi opinión las principales causas de que en ninguna de las mesas en las que estuve presente haya sido posible cerrar los diferentes huecos que se abrieron llegando a conclusiones que hayan estado «listas» para de ahí generar planes tácticos. Y conste que no creo que esto se deba a lo abstracto del tema, porque ya en las mesas se habló de innovación, del método científico, de la tecnología, del papel actual de la epistemología, de los sistemas complejos, de la simulación, en fin, de temas que realmente pudieron ser aterrizados en agendas de trabajo. Cuando un doctor preguntó por la utilidad de la lógica difusa para el análisis de sistemas complejos, como los sociales, la respuesta fue negativa y… difusa; cuando pregunté por la posible efectividad del diseño de mecanismos, el conferencista «magistral» no estaba familiarizado con el tema, pero al menos le pareció interesante y dijo que leerá al respecto. Que conste que no estoy criticando el desconocimiento del conferencista, ya quisiera saber lo que sabe, es un doctor en física y fue muy enriquecedor que el coloquio fuera interdisciplinario, lo que digo es que las personas preocupadas por estos temas no parecen estar en contacto con teorías que tengan finalidades prácticas en la modificación de la realidad tangible. Sólo un plan táctico fue mencionado… a ver si les parece tan gracioso como a mí: una agenda de trabajo para la definición de temas que permitan crear una filosofía formal de la complejidad. Mastubación mental diría mi exjefe. A esa propuesta le siguió subirla a la red de CONACYT para acceder a recursos necesarios, «por si es necesario discutir algunos puntos en persona, ya saben, nosotros estamos en el DF», creo que les gustó Guanajuato, más aún en Cervantino.

En resumen, eso provoca el relativismo, la inacción, o como en este caso, inacciones disfrazadas de acciones. Eternos debates. Y es que tomar una postura significa tomar riesgos y enfrentarnos a nuestra congruencia, pensar que todo es posible es mucho más cómodo y, en mi opinión, tiene un papel protagónico en la situación que enfrenta la humanidad.

9 comments so far

  1. Jorge Aranda on

    Muy buen texto, Gasca. Te iba a recomendar «On Bullshit» y «On Truth», de Harry Frankfurt, dos libritos que van al grano de los puntos que discutes aquí, pero creo que ya sabes sobre ellos; los mencioné hace tiempo en mi blog: http://catenary.wordpress.com/2006/12/14/postmodernism-truth-and-bullshit/

    Mi experiencia personal es similar a la tuya: acabé desencantándome del posmodernismo filosófico, y en particular del relativismo, al descubrir que a pesar de ser una excelente herramienta para destruir estructuras filosóficas, es terrible para construir algo en su lugar. Como tu mencionas, lleva a la inacción disfrazada de acción.

    Esto no quiere decir que haya vuelto al positivismo (o como tú lo llamas, al objetivismo); ambos son absolutismos torpes (recomiendo a Feyerabend en cuanto a esto), la única diferencia es que el postmodernismo está de moda y el positivismo no. Hay espacio de sobra para análisis filosóficos que no por prudentes y cautelosos resistan marcar un camino.

    Sabes de «The Stone»? Es un blog/foro de discusión sobre filosofía patrocinado por el New York Times (http://opinionator.blogs.nytimes.com/category/the-stone/); creo que te gustaría.

  2. jmgasca on

    Gracias Jorge, sí leí tu post, aunque no he leído esos libros, en cuanto haya oportunidad les echo un lente.

    Yo he llegado a la conclusión intuitiva de que no hay verdades permanentes, pero que las conclusiones suficientemente «sólidas» hay que tratarlas como tales mientras son desbancadas por otras que lo sean más, para que sea posible tener puntos de partida para la acción. Lo cual parece intermedio entre positivismo y relativismo, aunque estoy casi seguro que ha de equivaler a alguna línea positivista y además a alguna línea relativista. Luego decir posmodernismo ahora es como decir rock alternativo en los noventas, ya puede ser lo que sea, tengo la sensación de que se van difuminando todas las corrientes.

    No sabía de The Stone, le voy a echar un vistazo. Un abrazo.

  3. Tonnya Platt on

    Bien. He estado desconectada por un largo, largo tiempo, y eso me lleva a pensar que no he pensaado lo suficiente las cosas como para hablar de configurar estructuras conceptuales que me lleven a la conclusión de que cuento ahora mismo con una verdad que me de seguridad, es decir, creo que en cierta medida, lo objetivo, que me mata de la emoción cuando lo veo -por decirlo así-, es lo más cercano ala realidad que tienes y a las posibilidades de cambio que puedes accionar, pero si no tienes tu propia verdad, tu propia percepción del ente, asunto o lo que sea, no puedes establecer líneas de acción para cambiar lo que «crees» que está mal, porque ¿qué seguridad tienes de que está mal? ¿o bien?, quien da la pauta de lo objetivo, quien se pierde en el absoluto de yo soy yo y mi circunstancias, quién se atreve siquiera a hacer???? la paradioja es latente a mi forma de verlo, un ejemplo: soy objetiva, congruente -según yo-, y en esa medida he decidido llevar mis pasos, pero ¿acaso están de acuerdo con el camino que elegí? más allá de lo que creen que debería ser esta personita ¿comparten mi línea de acción? no mucho en realidad. Entonces, ¿quién es objetivo y quién subjetivo? Estoy un poco perdida……

    Besos

  4. jmgasca on

    Yo creo que hay dos tipos de verdades, las enteramente conceptuales, como las matemáticas (es una verdad ABSOLUTA que 2+2 son 4) y el resto de las verdades, que en realidad, son apariencias que hacen sentido en una interpretación temporal. Ejemplo, en la primaria me enseñaron que había 9 planetas, y todo mundo lo consideraba verdadero, ahora, con mejores equipos de medición, se dieron cuenta que plutón no entra en los parámetros de un planeta, hoy la verdad es que son 8, ¿es más verdad que la otra? no, sólo cambió en el tiempo, y es muy probable que vuelva a cambiar. Pero debido a que no conocemos el futuro y a que nuestra percepción es limitada, a que el contexto cambia y nosotros mismos cambiamos, es presuntuoso decir que para todo hay una verdad objetiva que seamos capaces de alcanzar en todo momento. Me parece que esa es la clase de absolutismo torpe del que se quejaba Jorge en el primer comentario.

    Explicado eso, también es importante señalar que no porque sean verdades temporales deben ser ignoradas, al contrario. Me aventuro a decir que los sistemas de medición en un avión tuvieron que usar conceptos newtonianos de gravedad, aunque Einstein haya demostrado que Newton estaba equivocado en algunos aspectos. Y me parece que así es como evoluciona la humanidad, equivocándose, dando por hecho cosas que no son enteramente ciertas pero que «hacen sentido» en un contexto espacio/temporal.

    A nivel personal, desde adolescente he tratado de pensar por mí mismo lo que me parece correcto e incorrecto, es decir, he configurado principios, que a lo largo de mi vida han cambiado. Y pienso que, como argumenté en otro post, cuando eres congruente se reduce mucho la probabilidad ética de ser «malo».

    Entonces, el primer nivel que da la pauta de lo «objetivo» o de lo que está mal, pues es el individuo. Pero no está solo, y lo que hace casi siempre afecta a terceros. Eso nos lleva a un segundo nivel, la «objetividad» y la congruencia social.

    Y aquí creo, la pregunta del millón es ¿cómo se ponen de acuerdo personas que tienen principios diferentes?, y ese es el meollo del post.

    Primero, si encontramos mecanismos para comunicarnos mejor, podremos encontrar elementos con los que YA estamos de acuerdo con otros, pero no lo sabíamos. En esta primera etapa, la gente con principios similares tiene mayor posibilidad de producir valor sinérgico en torno a esos principios.

    Segundo, si encontramos la manera de intentar ser objetivos a la hora de comunicarnos, podremos entablar discusiones respecto a lo que NO estamos de acuerdo, para llegar a una conclusión que satisfaga a ambas partes. Y aquí entra el problema de las creencias basadas en fe y en tradición, que se ven obligadas a quedar en el primer punto; en un sentido darwinista me aventuraría a decir que son creencias «menos aptas» y si la humanidad sobrevive algunos siglos tenderán a desaparecer.

    Respecto a si otros están de acuerdo con el camino que elegiste o con tu línea de acción, de nuevo, el primer paso sería determinar con qué si y con qué no estamos de acuerdo, y el segundo discutir sin fe ni tradicionalismos hasta llegar a una conclusión que haga sentido y nos deje a todos satisfechos. Naturalmente es tu vida, y lo que «lleva mano» son tus principios individuales, por otro lado, teóricamente sólo puedes pasar a la etapa social en aquellos aspectos en los que eres congruente, en los que no, no tiene sentido.

    Y no, yo todavía no soy congruente, pero ya estoy tomando leche de soya y vengo del súper y por primera vez en mi vida no compré nada de origen animal, a ver cuánto resisto, deseénme éxito 😀

  5. Tonnya Platt on

    Pensamiento mañanero… sigo perdida, el relativismo lleva a la inacción, el relativismo, es lo mismo que subjetivo? supongo que en cierta medida lo es. Digo, nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal q¡cion que se muira, y en definitiva yo y mis circunstancias soy un individuio, un sujeto, que tiene percepciones distintas de los demás por mi «cristal». Seguramente no traigo la teoría, bueno eso es un hecho, pero de lo que leo en el post y en los comentarios, caigo en la cuenta de que difícilmente se puede llegar a un plano de objetividad en situaciones diversas, por ejemplo lo de ser vegetariano, (por cierto, éxito amigo!!!!!! :)), desde mi punto de vista puedo comer un rico trozo de carne acompañado por una deliciosa ensalada y un buen vino, es una combinación de la naturaleza que está ahí para nosotros, lo moral, ético o bueno, como quieras decirlo, para mi, es no abusar de esos recursos, desde su generación hasta su procesamiento y consumo. Los vegetales por otra parte, también son seres vivos según recuerdo, así que no sé cuál es el parámetro de la congruencia vegetariana (disculpen mi falta de incultura!!!:D), pero esa es mi percepción.

    Así que las percepciones son algo subjetivo, depende enteramente del individuo. Sigo perdida?

    Yo siempre digo que soy muy objetiva, cierto? bueno, según quién? por lo menos hoy tengo una certeza someramente sostenible, y ella se desprende del conocimeinto que tengo sobre ciertas áreas de la vida y mi carrera profesional. Todos tenemos en la misma medida la misma certeza.

    Amigo, me retiro de la filosofía. sigo con Derecho y me voy con el sentido común. Jejejejeje

    Lo mío es más literario, así que volví a mi blog, y la voy llevando. Te espero por allá para compensarte esto, jajajaja.

    Abrazo

  6. jmgasca on

    Digamos que el subjetivismo es el motor del relativismo. Por ejemplo, el relativismo moral descriptivo dice, palabras más, «debido al subjetivismo, existen diferencias entre individuos y culturas, y esas diferencias con mayores que las coincidencias.»

    Respecto al vegetarianismo, es un paradigma bíblico el que otros seres estén «ahí para nosotros». En términos más «objetivos», hoy sabemos que el hombre es un animal, cuya única diferencia es que el órgano que le permitió sobrevivir y adaptarse fue el cerebro, y eso se demuestra en que es el órgano que por mucho, requiere la mayor parte de la energía que consumimos. No somos tan ágiles como los gatos ni tan fuertes como los elefantes, pero sí somos más inteligentes, con excepciones claro, se ha demostrado que hay simios más inteligentes que muchas personas con ciertas patologías cerebrales. El paradigma es que esa diferencia arbitraria nos dá derechos, pero es más fácilmente argumentable, sobre todo en el contexto actual, que de hecho nos dá responsabilidades con respecto a la planeación en la conservación del entorno.

    Comer carne, y vaya que la amo como sabes, es dar un mensaje muy claro: mi placer es más importante que el dolor de otro ser vivo. El parámetro por lo tanto, es el dolor, no hay nada que nos haga pensar que algún ser del reino vegetal sienta dolor físico. Aún si ves al animal como un recurso, y crees en no abusar de los recursos, bueno de hecho se está abusando de ese recurso, y el que lo consumas(mos) promueve tal abuso. Más aún, el tener hijos y darles carne promueve n veces ese abuso, siendo n el número de hijos. Uso el ejemplo de los hijos para tratar de explicar que si bien el abuso de los recursos causa mucho daño, no puede ser un principio ético debido a que si quiero comer el día de hoy, lo que sea que coma, lo debo hacer asumiendo que estoy promoviendo un abuso, ya que el planeta tiene más gente ahora de la que puede mantener de manera sustentable. Mi alternativa es morirme, y como no quiero esa alternativa ni para mí ni para otros, no puedo adoptar tal principio. Mejor utilizar esa energía resultado del abuso en tratar de cambiar las cosas, y si no considero que mis hijos van a ayudar a cambiar las cosas, prefiero no tenerlos. El dolor, pues, me parece una regla ética y un parámetro de más alto nivel que el abuso de los recursos, de hecho ésta me parece más una meta que un principio moral.

    Respecto al no comer carne, como mi parámetro moral es el dolor, si alguien me demuestra que hay un lugar donde viven y mueren sin dolor provocado por los humanos, me parece es la única carne que merecería ser comida. Eso implica que respeto más al dolor que a la muerte, lo cuál es un principio personal, prefiero ser asesinado que torturado, y creéme, la manera en que viven los animales que comemos, es sin duda una cruel tortura. Si quieres luego te paso documentales al respecto.

    Bien, respecto a que las percepciones dependen del individuo, hasta donde sabemos es cierto, nomás que no somos únicamente perceptivos, además somos inteligentes, la interpretación de las percepciones puede comunicarse con otros para encontrar factores en común, o bien discutirse para encontrar mejores interpretaciones.

    No sé si todos tenemos esa certeza, yo me vendía como objetivo y alguien me hizo ver que la objetividad es un absoluto inalcanzable… de lo que hablo es de algo intermedio, una subjetividad que nace de la percepción, pero que si no nos comunicamos se queda en eso y se pierde valor sinérgico. La objetividad que promuevo no es absoluta, como la objetvidad matemática, es temporal, es respecto a decir humildemente «no sé la verdad, pero esto hoy hace sentido», a ponernos de acuerdo pues, a organizarnos, en vez de que esté «cada loco con su tema» o peor aún, peleándonos por cosas que ni siquiera hemos razonado lo suficiente para defender tal o cual punto de vista.

  7. Tonnya Platt on

    gracias!!! me quedo con el último párrafo, esclarece mi desorientación. un café? como que las letras vuelven a mi. acabo de subir algo que me gustó. espero tu calificación, ya sabes, besos.

  8. gfffffffffffffffffffhg on

    no me sirve!

  9. Anónimo on

    La inacción posterior de los eternos debates académicos fue lo que me hizo desencantarme de la academia, o al menos de lo que yo conocí como academia. Mi mayor insipiración, «ya sabes quien» me enganchó en su argumentación y pero aún más con su militancia. Traducido a no sólo discutir temas incómodos sobre la opresión humana sino a hacer proyectos (llámese el proyecto Gran Simio) o escribir libros dirigidos no a la academia precisamente sino al gran público para involucrarse en cosas como altruismo efectivo. Cuando escuché a una doctora decir tranquilamente que «a los esclavos negros les gustaba ser esclavos» dije ya no más. Por estas personas las mujeres seguiríamos siendo propiedad de los hombres, y yo estaría fregando pisos y lavando camisas.
    Sigo intrigada como a estas alturas, con tantos documentales a la mano, y tanta información se siga cuestionando sobre la moralidad de explotar a los animales por el placer humano. No hay nada de dogmático en aseverar que los animales sienten dolor, ni tampoco en que podemos vivir bien nutridos sin comer carne o productos de origen animal. Tampoco podemos negar el impacto en el medio ambiente como resultado de la producción animal. Ahora en mi trabajo creando políticas de bienestar animal en grandes empresas, a veces empiezan estos diálogos subjetivos con los ejecutivos que «no creen en eso de que las gallinas sufren» (mientras yo pongo mis ojos en blanco), y aunque me tengo que poner a contar hasta 10 mientras aguanto el «mansplaining» su actitud cambia cuando sutilmente les explicamos que iniciaremos una campaña pública en contra de su marca. Un profesor de la universidad me dijo que «no debería de recurrir a esas tácticas violentas» sino que debía de hacerle ver a las empresas que «debían hacer las cosas bien» y que «leyera a Malala». Eso es tan polite, tan «vamos a seguir discutiendo», tan «no corramos riesgos»…


Deja un comentario